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Tribu Candy Orinoco


La obra de María Isabel Vargas, pareciera un ejercicio místico, un ritual para hacer parte de la tribu, en este caso, una Tribu Candy. Esta aparente dulzura de aplicar dulces sobre la piel del otro, no lo es tanto ni es la dulcificación del acto ritual de hacer parte de una tribu como individuo y de unión a un todo; hay que reunir ciertas características o alcanzar logros para ser bienvenido en la tribu, el acto de escarificación (tatuajes africanos a partir de cicatrices) o el arte corporal de pintarse los cuerpos, corresponde a códigos étnicos, a la marca del linaje del individuo, al ser llamativo como los colores de algunas especies en celo, o ser miméticos como camaleones. Es un signo que recuerda el origen, la pertenencia a una estructura social, el ser un todo con el espacio que le rodea. De alguna forma es un combine painting (Forma en que buscaba Robert Rauschenberg introducir la realidad en sus pinturas), una extensión de la naturaleza; algunos son vistosos otros miméticos como mencionamos anteriormente, en las selvas colombianas existen los Nukak Makú, la tribu invisible, o así fue hasta que el hombre blanco los vio. ​ El acto de agruparse, de hacer parte de un grupo social es la naturaleza del hombre; por sobrevivencia inicialmente, tanto para protegerse y hacer frente a los peligros de la naturaleza, como para conseguir el alimento y atacar a otras tribus; pero también es un acto de celebración, incluso los diferentes actos sociales contemporáneos de cambio de estado personal como la iniciación, el matrimonio, los logros, son acompañados de un atavío ceremonial, de maquillaje corporal; sino que nos lo digan los diseñadores de modas, los salones de belleza y los tatuadores modernos. Y la muerte, sí, la muerte, en varios lugares es una celebración, se comprende como un paso de un estado a otro, un ejemplo es el día de los muertos en México; precisamente en una visita a México comenzó el viaje de Vargas y el quedar impactada por la cantidad de dulces que se encuentran y cómo hacen parte de su cotidianidad; bueno, es una coincidencia global, en todo lugar se cuecen habas pero también se cuecen dulces. ​ La tribu es el fundamento de la sociedad moderna, pero los límites territoriales han sido transgredidos y las tribus originarias se han disgregado; si bien el pertenecer a determinados grupos sociales para la sobrevivencia, el ataque de otras tribus, el alimento y la reproducción continúan; tanto así que actualmente se habla de tribus urbanas que se autodefinen por ellas mismas, crean sus signos de identificación o los arrebatan y reinterpretan de otras tribus, perdurando las que han logrado establecer más coherentemente sus marcas de identificación. ¿Por qué estas tribus urbanas se dan en ciertos rangos de edad? simple, el individuo busca identificación social y la aparente individualidad que le aporta la tribu, es un acto de crecimiento. Vargas nos invita, en su performance, a ser parte de este acto ceremonial, de pertenecer a una tribu universal de lo dulce, a vivir la experiencia de ser intervenido, de la marca, evitando el dolor y la segregación por pertenecer o no pertenecer a la tribu. Este acto desarrollado en muchos lugares, nos recuerda que somos uno solo, una sola especie, que no somos tan diferentes unos de los otros y que la búsqueda final es alcanzar la plenitud, superar las luchas raciales, las diferencias étnicas, encontrarnos los unos con los otros. Esta exposición, refrenda el acto performantico realizado por Vargas, en diferentes lugares y a diferentes personas, las cuales son intervenidas de manera dulce o cándida, pero no ingenuamente. Estas marcas temporales en el cuerpo, pero eternas en el registro fotográfico, acompañan a la artista, quien lleva su tribu consigo, a cuestas, en un acto nómada. En cada nueva exhibición, nos presenta nuestros hermanos, los identificamos por las marcas de linaje que traen y que pronto tendremos en nuestros cuerpos y que se irán en compañía de esos que ya estaban, a otro lugar, a hacer crecer la tribu. Sutil forma de hermanarnos a través del arte, una dulce manera. ​ ​ Libardo Archila Curador, Traslocaciones 2017.

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